
Alejandro Blanco Uribe
(Caracas, Venezuela, 14 de octubre de 1948)
Músico venezolano, multi instrumentista, compositor, sonidista, productor musical y de espectáculos, director ejecutivo de empresas culturales, entretenimiento y de contenidos audiovisuales. Su especialización abarca la música electroacústica, tecnología del sonido y su desarrollo como dramaturgia sonora en el cine y el arte. Es investigador de la historia de la música y de la cultura. La trayectoria de Blanco-Uribe es bastante amplia y de mucha importancia para lo que ha sido la movida cultural venezolana de los últimos cincuenta años.

Alejandro Blanco-Uribe

Alejandro Blanco-Uribe en el bongó junto a su papá, bailando y cantando, y su primo Manolín Rincón en el acordeón

Portal o entrada de la casa de la Familia Blanco-Uribe, cercana a la casa natal del Libertador Simón Bolívar, y convertida posteriormente en sede del Colegio Chaves, el colegio más antiguo del país.
Inicios y primeras influencias musicales
Alejandro Blanco-Uribe nace en Caracas, el 14 de octubre de 1948. Hijo de Carmen Avilán Montiel de Blanco-Uribe y de Gustavo Blanco-Uribe Alfonzo, administrador de empresas y profesor universitario; ambos padres de una familia de siete hermanos.
Alejandro vive sus dos primeros años en Nueva York. De regreso a Caracas, recibe las primeras influencias musicales en su ambiente familiar. Su padre disfrutaba mucho de la música y en la casa se escuchaban géneros como el jazz y el latin jazz, la música clásica y la ópera. Además, Don Gustavo poseía una variada discografía y colecciones traídas de Nueva York.
Otro lugar que marcó definitivamente tanto la carrera musical de Alejandro como toda su trayectoria fue la casa de sus abuelos maternos, ubicada en Las Acacias, en Caracas.
En esta urbanización convivían entonces familias provenientes de Maracaibo que se habían trasladado a Caracas como la de su madre Carmen Avilán Montiel y la familia política de su tía Josefina Avilán Montiel, que estaba casada con el pintor Manuel Felipe Rincón González, hermano del famoso compositor marabino Rafael Rincón González, ambos hijos del artista Neptalí Rincón Urdaneta, fundador del Círculo Artístico del Zulia.
En todo este ambiente Alejandro absorbe desde muy pequeño la cultura artística de su tío Manolo. Sin embargo, la principal influencia para Alejandro en esos años fue su primo Manolín Rincón, hijo de su tíos Josefina y Rafael, estudiante de Ingeniería Naval en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y luego en los Estados Unidos.
Manolín tocaba el acordeón, trombón y vibráfono, cantaba boleros y guarachas, música como la de Frank Sinatra y Nat King Cole, y formaba parte de una exitosa agrupación universitaria, el Conjunto Ingeniería, que pegó temas en la radio y en el Hit Parade de Venezuela. Manolín estaba al día con la música de vanguardia.
En la casa además contaban con un sistema estereofónico novedoso, donde se escuchaba buena música, incluso discos que despertaron el interés de Alejandro por explorar el mundo del sonido y los efectos especiales.
Durante todo este tiempo, Alejandro conoce un gran repertorio de música venezolana escuchando a Alfredo Sadel, Antonio Lauro, música de Navidad de Vicente Emilio Sojo y música tradicional de Maracaibo, junto a otro vasto repertorio internacional como Duke Ellington, Miles Davis, John Coltrane, Tito Puente, Tito Rodríguez, Count Basie, producciones discográficas de colección como Cuban Jam Sessions, otras agrupaciones como The Four Freshmen, y el mejor rock and roll que le fascinaba a su hermano Gustavo.
Contexto familiar y político
Alejandro Blanco-Uribe crece en una familia de larga tradición democrática que, en tiempos de la gesta libertaria, se vincula con las luchas independentistas. Esta tradición familiar a favor de la libertad y demás valores democráticos hace que Alejandro adquiera un sentido de compromiso, siempre en beneficio del país, y desde el hacer artístico, musical y cultural.

Alejandro Blanco-Uribe en los teclados, en Estudios Larrain, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi

Alejandro Blanco-Uribe con el cencerro, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi

Alejandro Blanco-Uribe con la pandereta, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi

Alejandro Blanco-Uribe en las congas, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi
Multi instrumentista autididacta
Primeros instrumentos y bandas
El piano fue el primer instrumento que Alejandro descubrió en la casa de un vecino de sus abuelos, el doctor de la familia, Filinto Urdaneta, y con el que quedó deslumbrado a los 5 años. Así que todos los días, después del colegio, se iba a pie de Los Chorros, donde vivía con sus padres y hermanos, a Las Acacias, a la casa de su abuelos maternos, para poder tocar el piano.
Luego, a los 12 años, recibe de regalo de su primo Manolín un acordeón, que aprende a tocar de manera autodidacta y acostado en una cama, por lo pesado del instrumento para su edad.
En el vecindario de sus abuelos, donde pasaba días y meses enteros, Alejandro salía a la calle con los amigos de la cuadra a tocar. Un día, sentado en una esquina, un hijo del escritor y editor José Agustín Catalá lo ve tocando unas latas de leche y le regala un bongó. Así que comienza a tocar el bongó, junto con el piano y el acordeón.
En los inicios de su juventud ingresa en un grupito de parrandas y aguinaldos donde toca la tambora y, a los 14 años, se hace parte de un conjunto de música latina y criolla venezolana, influenciado por el músico y compositor venezolano Hugo Blanco, el jazz y el bossa nova, y en el que toca maracas y cencerro. Allí comparte con Enrique Fuentes, su primo Pedro Avilán y dos hijos del maestro icono de la música venezolana Juan Vicente Torrealba.
Estancia en Maracay
En esta ciudad cursa tercer y cuarto año de bachillerato en el Liceo Agustín Codazzi, mientras vive una explosión social y un importante aprendizaje musical. Sus amigos lo invitan a dar serenatas y a cantar boleros acompañado con el acordeón.
Ingresa en el coro del liceo, donde enseguida arma y dirige un grupo de bossa nova junto a Adolfo y Arturo Berti, Nancy Seltzer y Alejandro Benítez, entonces maestro de guitarra de la mascota del grupo, Henry Martínez, quien se convertiría en uno de los compositores más reconocidos de Venezuela. Con este conjunto gana el Festival de Interliceístas por el mejor acto cultural entre liceos públicos del país.
En esta ciudad ingresa también en el Conjunto Campestre, que conoce del contacto con los vecinos, en especial, por frecuentar la casa de la familia Del Nogal, donde se escuchaba Bill Evans, Miles Davis, John Coltrane, Antonio Lauro, Antônio Carlos Jobim, Eddy Palmieri y Joe Cuba, música que él también conocía de Caracas. Le fascinó que en esa pequeña ciudad hubiese un culto por manifestaciones sofisticadas y no convencionales.
Al grupo, que tocaba salsa y bolero, le faltaba un contrabajista. Esto lo motivó a aprender a tocar contrabajo con la intención de entrar al conjunto con Del Nogal, El Búho Hidalgo, Rolandito Briceño en el saxo y Cheíto Rodríguez en la trompeta, ambos alumnos del saxofonista y compositor de jazz Ramón Moncho Carranza.
Alejandro pasa un tiempo alternando en las dos agrupaciones en festivales estudiantiles y en clubes, con el grupo del liceo, y en las fiestas de los carnavales y hasta fuera de la ciudad, con el Conjunto Campestre.
En este período hay algo notable ocurriendo en la carrera musical de Blanco-Uribe y es su esmero por aprender a tocar un nuevo instrumento de manera autodidacta y, en casos, el instrumento que hiciera falta para poder entrar en una banda. Además, fue desarrollando gran persistencia e ingenio para poder hacerse músico profesional, ya que su padre, a pesar de ser un melómano, le hizo la vida musical muy difícil por esos años. Temía que dejara los estudios tradicionales aunque años más tarde lo terminara respaldando.
Regreso a Caracas
De regreso a Caracas, a los 18 años, culmina su bachillerato en Electrónica, una especialización que solo existió cuatro años en el país, y se reencuentra con amigos y conocidos y, a través de Randy Cotten, que tocaba batería en el grupo Los Riviera, junto a Chuchú Díaz en el bajo y Romer González en la guitarra, se hace parte de esta banda como vibrafonista, así como de la famosa agrupación de pop-rock Adelante Juventud que popularizó el tema “Viva la gente”.
Al año, conoce a dos personas que le darán un giro a su carrera: El músico pianista Oscar “El Negro” Maggi, conocido de su padre, y quien le presenta a Gerry Weil, de quien enseguida recibe sus primeras clases de música, y es a partir de estos encuentros con Weil, donde comienza a perfilarse su carrera como músico profesional.
Ford Rojo 1954
En esta etapa, conoce también a Vinicio Ludovic, con quien participa en una banda de fusión de jazz, rock y pop llamada Ford Rojo 1954, e integrada además por Yordano, entonces Giordano Di Marzo, quien toca la segunda guitarra, Vinicio, a cargo de la primera guitarra, Leonardo López, en la batería, Alejandro Blanco-Uribe, en los teclados, y José Di Mase, en el bajo.
En esta agrupación se juntaban los gustos e influencias musicales de Blanco-Uribe, que estaba más en la onda del jazz y grupos como Blood, Sweat & Tears; de Vinicio, que andaba muy influenciado por el rock progresivo y Los Beatles; y de Yordano, que aportaba influencias de su afición por John Lennon junto a su talento como cantautor.
En Ford Rojo 1954 tocaban composiciones propias y de repertorio universal, entre las que destaca una versión instrumental del tema “Summertime”, de la ópera Porgy and Bess,
La banda se disuelve, mientras Blanco-Uribe continúa con Gerry Weil y se convierte en su asistente y amigo.
En paralelo, se inscribe en la Escuela de Física de la Universidad Central de Venezuela, donde se inauguraba la carrera de Computación. Sin embargo, en el año 1969, la Universidad es allanada por razones políticas y se interrumpen sus estudios. En este momento su padre decide montar en sociedad con su yerno una distribuidora Philips de equipos de sonido, y en aras de una reconciliación, le ofrece a su hijo encargarse de una parte del negocio, mientras alterna con cursos de Mercadeo. Un año después, gracias a esta experiencia, entra en el Departamento de Electroacústica de la empresa Philips que, aparte de la música, era el otro campo que le interesaba conocer.

Alejandro Blanco-Uribe en la percusión, en Estudios Larrain, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi

La Banda Municipal en Gavilán. De izquierda a derecha: Gerry Weil, Vinicio Ludovic, Alejandro Blanco-Uribe, Edgar Saume y Richard Blanco-Uribe. Foto: Antonio Huizi

Anuncio de la presentación de La Banda Municipal en el Teatro Alberto de Paz y Mateos en Caracas. Foto: Antonio Huizi

Antonio Huizi: Artista, fotógrafo y diseñador

La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi

Portada del disco CD de La Banda Municipal en Gavilán. Diseño: Antonio Huizi
La Banda Municipal
El Quinteto de Jazz y La Banda de Gerry Weil
Gerry Weil había conformado el Quinteto de Jazz de Gerry Weil. Luego decide montar una banda completa de jazz y fusión rock que se llamó La Banda de Gerry Weil. Entonces Blanco-Uribe lo asiste en la producción, sonido y ocasionalmente con la percusión.
Mientras tanto, en la empresa Philips, Blanco-Uribe desarrolla habilidades para reparar equipos electrónicos y hacerse cargo de proyectos de sonido. Pero el ambiente laboral le resulta hostil y sale de la empresa. Le pide apoyo económico a su padre para estudiar Ingeniería Acústica en Londres y él le responde que lo apoya si a cambio se va para Madrid.
Blanco-Uribe decide irse para Madrid en el año 1971, después de la grabación del disco de La Banda de Gerry Weil, e intenta estudiar en esta ciudad, pero regresa a Caracas frustrado por el ambiente que había en tiempos de la dictadura de Francisco Franco, que le resultaba anticuado, carente de vanguardia y libertad creativa para las artes.
Este disco de La Banda de Gerry Weil titulado: The Message, producido por Gerry Weil y grabado en Estudios Continente, contó con la participación de Gerry Weil en el piano; Alberto Naranjo en la batería; Michael Berti en el bajo; Vinicio Ludovic en las guitarras; Freddy Roldán en las congas; Alejandro Blanco-Uribe en la percusión; José «Cheo» Rodriguez, Luis Arias, Lewis Vargas en las trompetas; Bill Bucchi en los saxos alto y soprano; Víctor Cuica en el saxo tenor; Rolando Briceño en el saxo alto; benjamín Brea en el saxo barítono; y César Monje, Totico Pineda y Rodrigo Barboza en los trombones.
La agrupación Núcleos X
De regreso a Caracas, por el año 1972, toma la decisión de hacerse músico profesional y, bajo la dirección de Gerry Weil, crean un grupo de jazz de vanguardia llamado Núcleos X, con su hermano Richard Blanco-Uribe, Vinicio Ludovic, Edgar Saume y el saxofonista Víctor Cuica, y con el que ensayan en un estudio en la Radio Nacional de Venezuela.
Son los inicios de la década de los años setenta y el ambiente en Caracas se vuelve cada vez más cosmopolita y con un movimiento cultural importante en crecimiento.
Alquila una casa en El Hatillo –que era aún un pueblito sin la vida turística que adquirió desde finales de los años noventa–, como local de ensayo y cuartos para estudiar música. Uno de sus vecinos, el cineasta Bernard Fuché, monta un café concert en la esquina de la Iglesia donde toca el grupo Núcleos X. El local se convierte en el primer sitio urbano y alternativo de toda esa zona ubicada a media hora al este de Caracas.
La Banda Municipal
Al cabo de un tiempo, a Blanco-Uribe y a Vinicio Ludovic les va creciendo la inquietud por crear una música diferente, un lenguaje original que pudiera fusionar la música venezolana, con el rock y el jazz. Edgar y Richard están de acuerdo y Gerry acepta la idea. Deciden fundar La Banda Municipal.
Pasan un año armando el concepto, ensayando en una casa que Alejandro alquiló en Gavilán, e incorporando una nueva dinámica creativa en la que Gerry, Vinicio y Alejandro aportan los temas musicales que desarrollaban entre todos y en la que cada semana se iban rotando la dirección del ensayo.
Además, fue la primera agrupación en Venezuela que tuvo un ingeniero de sonido fijo, como miembro de la banda, y un director de arte e iluminación, que en este caso se trató de Antonio Huizi.
Presentaciones de LBM
Entre sus presentaciones más importantes se suman las del Teatro Nacional de Caracas, Teatro Bellas Artes de Maracaibo, Teatro Municipal de Valencia, Aula Magna de la Universidad de Los Andes y una gira que hicieron en la ciudad de Bogotá.
En Caracas, realizaron conciertos gratuitos en todas las plazas públicas importantes de la capital y del Litoral.
Otras presentaciones muy importantes fueron la de El Poliedro de Caracas, en la que compartieron tarima con el músico Eumir Deodato (año 1974), quien tenía entonces un tema en el primer lugar del Hit Parade de Nueva York, un especial de televisión con Renny Ottolina, en CVTV, otro especial presentado por José Ignacio Cabrujas en RCTV, y un concierto en el Teatro París que las autoridades intentaron suspender por la hora de la convocatoria, que fue a las 12:00 de la noche, hecho que ocasionó un revuelo en los medios.
Por último, fueron memorables los conciertos durante cuatro días que realizaron en el Teatro de Alberto de Paz y Mateos. A partir de esta presentación la banda pasó a ser una importante referencia en la cultura musical contemporánea de Venezuela.
Único registro de La Banda Municipal
El único registro de sonido que se conservó de La Banda Municipal fue el del concierto que se dio en el Teatro Municipal de Valencia, en el año 1974. La grabación tuvo limitaciones técnicas de sonido y no resultó de buena calidad, razón por la que Blanco-Uribe había solicitado no divulgarla. Sin embargo, el material se coló clandestinamente.
Décadas después, por el año 2007, Gregorio Montiel Cupello convoca a los integrantes de la banda para proponerles editar un disco CD con estas grabaciones.
La grabación se restaura digitalmente y el disco-álbum sale en el año 2008. La edición se agotó en pocas semanas, pues se trataba de un documento de arqueología musical que era importante rememorar y que además contaba con el diseño y un trabajo fotográfico de alta calidad de Antonio Huizi, director de arte de La Banda Municipal, que había compilado un extraordinario registro fotográfico, aparte de ser el diseñador gráfico de los afiches, los avisos y los programas de la banda.

Alejandro Blanco-Uribe en la percusión, siendo integrante de La Banda Municipal. Foto: Antonio Huizi
Radio Nacional de Venezuela
Encuentro con José Antonio Abreu
Mientras ensaya con el grupo Núcleos X en la sede de la Radio Nacional de Venezuela, por el año 1972, Blanco-Uribe le manifiesta a Alfredo Gerbes, entonces director de la emisora, su interés por trabajar allí.
Comienza a colaborar en el “Canal Clásico”, en la producción de programas sobre música antigua, barroca, clásica y contemporánea.
Luego se dedica a producir sus propios programas sobre jazz, «El jazz de siempre», y sobre música académica contemporánea, «Música contemporánea», que él mismo narra.
Durante su trabajo en la radio, que se extiende aproximadamente siete años, desarrolla una fructífera interacción con intelectuales y artistas de la época que frecuentaban la emisora. Estos contactos lo introducen en un mundo artísticamente amplio relacionado con la cultura del país.
Emisora Cultural de Caracas
A partir del año 1975, realiza nuevos programas radiales titulados El lenguaje de la danza, junto a en los inicios de la primera Radio FM de Venezuela, la Emisora Cultural de Caracas 97.7 FM, la primera frecuencia modulada del país, junto a la coreógrafa y escritora Hercilia López.

Alejandro Blanco-Uribe a bordo de un avión Hércules, en gira internacional con la primera Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela a cargo del maestro José Antonio Abreu. Foto: Antonio Huizi

De gira internacional con la primera Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela a cargo del maestro José Antonio Abreu. De izquierda a derecha: Carlos Chávez, Lira y Blanco-Uribe. Foto: Antonio Huizi
Los orígenes de El Sistema
Encuentro con José Antonio Abreu
En el año 1975 Gerry Weil decide dejar La Banda Municipal para mudarse al estado Mérida. Blanco-Uribe en ese entonces ya trabajaba en la Radio Nacional de Venezuela y le comenta al intelectual Luis Carlos Díaz, que tenía un programa en esa emisora, sobre su inquietud por el destino de la agrupación. Díaz le sugiere ir a conocer al músico y economista José Antonio Abreu, quien para aquel momento integraba la Junta Directiva del Instituto de Cultura y Bellas Artes (Inciba).
Se conocen e inmediatamente comparten un día entero hasta la noche cuando Abreu le presenta al reconocido violista y trompetista Frank Di Polo para conversar sobre la idea que tenían de crear una “Orquesta Sinfónica Juvenil”. A las pocas semanas, Blanco-Uribe pasa a ser el primer asistente del maestro Abreu en la creación de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela, e invita a Di Polo a integrarse a La Banda Municipal, y comienzan a ensayar en simultáneo ambas agrupaciones.
La Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela
La orquesta, dirigida entonces por el reconocido compositor y maestro mexicano Carlos Chávez, se preparaba para presentarse en el famoso Festival Musical Juvenil de Aberdeen, Escocia, y estaba programado que La Banda Municipal se presentara también en este festival. Sin embargo, sucede un hecho muy penoso. Los instrumentos de La Banda Municipal se extraviaron y no llegaron a Escocia.
A los dos meses, Blanco-Uribe los encontró regados en un depósito en el Aeropuerto de Maiquetía, en Caracas, y muy afectado por este inconveniente, decide tomar nuevos rumbos musicales.
La disolución de La Banda Municipal le significó un choque emocional muy fuerte. No obstante, fue un tiempo de suma importancia, al lado de Gerry Weil y José Antonio Abreu, en el que se había hecho un músico reconocido, productor de conciertos e investigador de música.

Alejandro Blanco-Uribe y Vinicio Ludovic en Boca Seca

Alejandro Blanco-Uribe con la agrupación Contradanza

Alejandro Blanco-Uribe y Vinicio Ludovic junto a Hercilia López y demás integrantes del grupo de danza contemporánea, Contradanza
Música Electroacústica y tecnología del sonido
Este momento, entre los años 1973 y 1976, marca un antes y un después en su carrera como músico en nuevas expresiones artísticas. Compone e interpreta, junto a Ludovic, música en vivo para un grupo de danza contemporánea, Contradanza, con el que hace varias giras por el país, al mismo tiempo que realiza el programa radial El lenguaje de la danza, y mientras La Banda Municipal está en su apogeo.
A la par, los cineastas Antonio Llerandi e Iván Feo le solicitan componer la música para un cortometraje que dirigían, que se tituló Se mueve, y que trata con Contradanza el mismo tema de indagación sobre el lenguaje de la danza contemporánea.
Otras experiencias que marcan su carrera como compositor, continúan también con Antonio Llerandi, a raíz de una instalación que se hizo en Macuto, en El Castillete, hogar y taller del pintor Armando Reverón. Blanco-Uribe se hace cargo de crearle un ambiente sonoro a El Castillete.
Blanco-Uribe entra como miembro fundador a la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos (ANAC) y conoce al fotógrafo Mario Abate y al cineasta Mario Robles con los que trabaja como músico y sonidista en una serie de documentales que se proyectan en todas las salas de cine del país durante un año. Toda esta música se estaba componiendo mientras asiste al maestro Abreu.
También, por ese tiempo, recibe la propuesta del entonces gobernador del Distrito Federal, Diego Arria, para hacerle la música a un documental sobre Carlos Cruz-Diez, quien ya era un artista consagrado internacionalmente y hacía una retrospectiva en la Gobernación de Caracas.
Luego Fundarte lo selecciona como músico, junto a un reducido grupo de artistas plásticos y fotógrafos entre los que figuraban Jorge Pizani, Pancho Quilici, Ricardo Armas y Fernando Calzadilla, para entregarles unas bolsas de trabajo con el fin de que pudieran continuar su formación en las principales capitales del mundo del arte: Nueva York, Londres y París, Blanco-Uribe viaja entonces para Londres.

Alejandro Blanco-Uribe en la entrada de su residencia en Londres
Royal College of Music
Londres, 1976-1979
A pesar de haber pasado por algunos conservatorios de música en Caracas, como el Conservatorio Nacional de Música Juan José Landaeta, y de haber recibido clases privadas e iniciado estudios de música con Gerry Weil y José Antonio Abreu, no cuenta con grados formales como los que se requerían para ingresar a estudiar en una institución académica tan exigente y prestigiosa como la Royal College of Music.
Sin embargo, gracias a un colega amigo peruano que estaba ingresando a esta institución, consigue una entrevista con el director y decide mostrarle uno de los documentales en 35 mm, a los que les había realizado la música y el sonido, y que trataba sobre el problema del transporte en Caracas.
Es aceptado por esta pieza y entra a estudiar composición de música electroacústica. Mientras estudia, envía semanalmente su programa radial titulado Desde Londres, a la Emisora Cultural de Caracas, y toca ocasionalmente música pop, rock y electroacústica en algunos teatros, clubs de música y universidades de Londres.
En esta ciudad también comparte con otros músicos venezolanos como Ilan Chester y Jorge Spiteri, donde producen juntos un disco de Ilan dedicado a su devoción Krishna.
Al final de los estudios, recibe el reconocimiento a la mejor composición de la maestría, realizada con la manipulación y edición de un solo sonido musical.
A pesar de que Fundarte le había extendido la bolsa de trabajo para continuar con sus estudios en la Universidad de Utrecht, Holanda, donde se estaban dando los mayores avances en el campo de la música electroacústica, Blanco-Uribe, por un lado, recibe la tentadora propuesta de su padre y hermano Gustavo, que le ofrecen financiarle la construcción de un estudio de grabación de sonido en Caracas, por el otro, se había dado cuenta, durante su estancia en Inglaterra, del talento musical venezolano, así que decide regresar a Venezuela.
Para esto, le ayudarán especialmente la experticia que había obtenido visitando fábricas y proveedores destinados a la instalación de equipamientos de grabación de sonido en Inglaterra y Estados Unidos, así como el conocimiento en tecnología del sonido que había adquirido en todos estos años.

Logo del Estudio Odisea diseñado por Antonio Huizi en el año 1980

Alejandro Blanco-Uribe en plena producción para la agrupación Contradanza. Foto: Antonio Huizi

Programa de «El Canto de las sirenas»
Estudio Odisea
A su regreso a Caracas, en el año 1979, por invitación de Antonio Huizi, quien trabajaba en una quinta creativa en la urbanización Campo Alegre con oficinas y talleres de artistas, y gente dedicada a la danza, y en la que trabajaban arquitectos, fotógrafos y diseñadores que formaban parte del grupo Asteroide, decide montar allí un estudio de grabación.
Viaja a Nueva York para adquirir los equipos de sonido, y diseña y construye el Estudio Odisea, el primer estudio en Caracas creado para realizar demos o maquetas musicales.
El estudio contó con la ingeniería de Jimmy Kovacs, como sonidista, y se convirtió en un epicentro para músicos y artistas de la escena caraqueña vanguardista de ese tiempo.
Al estudio asisten a ensayar y grabar músicos como Vytas Brenner, Ezequiel Serrano, Ilan Chester, Evio Di Marzo y agrupaciones emergentes como Témpano y PPS’, y a desarrollar el concepto musical de lo que serían sus producciones discográficas.
En Odisea, Blanco-Uribe se dedica a la elaboración de discos de ediciones limitadas de música clásica y tradicional venezolana financiados por empresas e instituciones públicas y privadas, mientras se coordinan grabaciones y producciones discográficas de todo tipo de género musical.
Los dos primeros discos del Sistema de Orquestas Juveniles de Venezuela, uno, con Alirio Díaz como solista interpretando obras del maestro Antonio Lauro, y otro, que resultó ser el primer disco de percusión académica que se realizó en América Latina, La Tocata para percusión, del compositor Carlos Chávez, son realizados en Odisea.
Es memorable la producción Aquí Caracas, una compilación de varios artistas, realizada por Blanco-Uribe, que se hizo para la Universidad Metropolitama (Unimet), donde El Cuarteto grabó de manera profesional por primera vez, así como también el dúo compuesto por Juan Carlos Núñez al piano y Cecilia Todd al cuatro, y en donde se incluyen dos composiciones de Vinicio Ludovic y una de Blanco-Uribe.
Ensayos, demos y producciones discográficas
En Odisea, Blanco-Uribe realiza su primera composición de música para largometrajes, oficio que considera su mayor satisfacción artística, y su primera obra musical titulada El canto de las sirenas, inspirada en el canto duodécimo de la obra fundamental de la épica griega La Odisea de Homero.
En cuanto a su primer trabajo para un largometraje, el cineasta Diego Rísquez lo visita y le pide hacerse cargo, en un fin de semana, de la música y banda sonora de Bolívar, sinfonía tropikal, ya que se trataba del primer largometraje realizado en Súper-8 que tenía que ser convertido a 35 mm con urgencia en Los Ángeles, para poder ser presentado en distintos festivales de cine a nivel nacional e internacional. La pieza logra reconocimientos, entre ellos, en el Festival de Cannes, y el “Premio a la Mejor Música” para largometraje, realizada por Blanco-Uribe, en el Festival del Cine de Mérida.
El canto de las sirenas
En cuanto a El canto de las sirenas, se considera, en los estudios sobre la música electroacústica, que la primera referencia en la literatura universal que tiene que ver con el sonido como generador de sensaciones, emociones, atracciones e ilusiones, surge de la interpretación contemporánea que se hace de este canto. Blanco-Uribe entonces produce un espectáculo sobre este tema que integra música, danza y audiovisuales.
La obra se extrena para la celebración del primer centenario del Teatro Municipal de Caracas, por petición de Elías Pérez Borjas, entonces director de Fundarte. Pero la promoción del evento falla y esto hace que luego de presentarse la obra durante 4 funciones seguidas, Blanco-Uribe se vea forzado a vender el estudio para cancelar las deudas contraídas que le generó este espectáculo.